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6 de Mayo de 2021

Sanando pacientes a través de la nutrición

Nuestros nutricionistas son un equipo predominantemente femenino. Al inicio de la pandemia eran 12 profesionales y hoy han aumentado en un cargo más.

 

El foco del manejo médico desde el punto de vista de la opinión pública no ha estado en ellas, pero queremos destacar su saber, sus desafíos y sus aprendizajes en estos meses vividos en el hospital.

 

Ver a los pacientes

 

Quizás su mayor desafío fue lograr estar con los pacientes. En un momento en que las protecciones eran máximas y los riesgos difusos, los nutricionistas se prepararon en el uso de elementos de protección para ingresar a las salas de pacientes COVID y realizar la intervención nutricional.

 

Preocupándose de la alimentación de estos pacientes con un intenso proceso catabólico, es decir con altos requerimientos producto de una enfermedad, en una posición incómoda para alimentarse. Además, los pacientes tenían mucho temor de su función digestiva en esas condiciones y evitaban comer.

 

Los nutricionistas tuvieron que implementar estrategias de abordaje nutricional como: cambiar la consistencia de los alimentos, reforzar la suplementación oral y escoger una nutrición enteral con mayor aporte calórico y proteico en menor volumen.

El estado nutricional

 

Pero también pudieron constatar el deteriorado estado nutritivo de nuestro pueblo. El hospital ha sido una ventana para poder tener una visión de la calidad de la alimentación de nuestra gente.

 

La adaptación de la evaluación nutricional a partir de la antropometría y análisis bioquímico ha sido un gran logro. La estimación del peso y talla a través de fórmulas y mediciones corporales, junto al análisis de indicadores bioquímicos de impacto nutricional. Con eso hemos podido valorar el estado nutricional, diagnosticar déficit y excesos y calcular requerimientos adecuados.

 

Hoy el estado nutricional de nuestros pacientes es parte del proceso de registro de cada egreso, sentando las bases para un análisis de las implicancias de estos estados en la complejidad de los casos y en el trabajo clínico.

 

Lo que hemos visto es que una dieta marcada por la chatarra ha hecho estragos y la pandemia ha encontrado un terreno fértil sobre el cual asentarse. Nuestras nutricionistas han evaluado casi la totalidad de los pacientes que ingresan a nuestro hospital y las cifras que hemos podido consolidar con su trabajo revelan más de un 60% de hombres y más de 66% de mujeres con sobrepeso o directamente obesas. En estos últimos días hemos empezado a ver mujeres que, próximas a dar a la luz, afectadas por COVID,  también son afectadas por esta malnutrición.

El futuro

 

Tienen ahora varios desafíos. Es verdad que nuestra institucionalidad de salud pública no ha relevado sus tareas y su rol. Y que tampoco ha reconocido su capacidad directiva y su condición para integrarse plenamente al equipo de salud.

La pandemia ha mostrado que la alimentación de niños, lactantes, ancianos, adultos y por qué no decirlo, de nuestro propio equipo de salud es un talón de Aquiles.  Un gran punto débil por el cual tenemos a nuestro sistema de salud dislocado y focalizado en una enfermedad transmisible.

 

La lección de la pandemia reside en buena parte en modificar nuestra forma de alimentarnos, en tiempo, ritmos, cantidades y productos. Las nutricionistas nos han de conducir en esta marcha hacia una vida nutritivamente saludable.

 

No hay medicamento mejor dirigido que una alimentación sana. Entender que la obesidad es también una pandemia que trae consigo altos costos sanitarios y que se debe buscar las estrategias efectivas para disminuir la prevalencia. También que se debe relevar el rol del profesional nutricionista en salud pública y que es imperativo aumentar las dotaciones en todos los ámbitos: colegios, atención primaria de salud,  hospitales, empresas, etcétera, para ejecutar estrategias.

 

Que se debe educar más a la población sobre Nutrición a través de nutricionistas y mejorar el acceso a la alimentación saludable de las clases sociales más vulnerables.

 

Su saber, su experiencia, sus aprendizajes están entre nosotros. Sólo depende de nuestra disposición ser capaces de ponerlos en el alma de nuestro accionar.